Who´s afraid of the empowered wolf?

¿Le temen los hombres al feminismo?

GRETEL QUINTERO ANGULOSUELTAS Y SIN VACUNAR

Gretel Quintero Angulo

7/9/20249 min read

        Desde que comencé este blog, he invitado a varios amigos a compartir públicamente sus pensamientos sobre el feminismo y la teoría de género, pero ninguno se anima. A veces, ni siquiera quieren hablar sobre esto en conversaciones más íntimas; eluden el tema o prefieren no opinar. Ya mencioné en un post anterior que el feminismo es un tema difícil de tocar (https://elinsomniodegretel.de/machismo-o-mala-educacion-las-sutiles-mascaras-del-sexismo) y que cuando surge, los hombres suelen ponerse a la defensiva, como si todo acto feminista fuera un ataque personal contra ellos.

        Para mí, el feminismo es una reivindicación de las mujeres como seres humanos y de sus derechos, pero no busco oprimir o limitar a los hombres a través de él. Por su parte, la teoría de género, que aplica a todos los seres humanos por igual (vean en el libro Descubriendo la psicología, 2da parte, página 127, un excelente artículo para aproximarse a ella, https://www.alfepsi.org/wp-content/uploads/2022/03/Descubriendo-la-Psicologia-2-MCalvino-Coordinador.pdf ), me ha permitido comprender el rol que la sociedad espera que juegue como mujer biológica y romper con las barreras que este rol impone cuando lo considero necesario. Claro que estas rupturas no son siempre bien recibidas; pero, así como defiendo mi derecho a la autodeterminación, defiendo el de los demás a no estar de acuerdo con mis actos. No obstante, entiendo perfectamente por qué muchos hombres se sienten hoy atacados por el feminismo.

Caso de estudio

      Hace unos días me encontré varias veces este post en Facebook (https://www.facebook.com/share/p/c67BogmQ1ENWXs2E/, créditos a quien corresponda):

        Y lo comenté, cosa que no es común en mí, pero no pude evitarlo. ¿Cómo no reaccionar a un post que equipara a un violador con hombres cuyo único "crimen" fue hacerse conocidos a través de sus escritos? En particular, me referí a lo que dice sobre Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez y Vladimir Nabokov.

         En el caso de Vargas Llosa, la información dada no es del todo correcta. Julia Urquidi, la tía con la que se casó Vargas Llosa era hermana de una tía política del escritor y le llevaba diez años –él tenía diecinueve y ella veintinueve en el momento del matrimonio. Para entender su relación, habría que ver lo que ambos luego escribieron de ella –La tía Julia y el escribidor, de él, y Lo que Varguitas no dijo, de ella–; pero en principio no tendría por qué haber nada de reprochable en este matrimonio. Aproximadamente diez años después, el escritor se casó con su prima Patricia Llosa Urquidi, sobrina de Julia, pero no a los quince, sino a los diecinueve de ella, aunque sí se habían conocido cuando ella tenía quince años y él veinticinco. Podríamos embarcarnos ahora en una discusión acerca de la edad mínima para el matrimonio y el incesto, pero conviene recordar que hace menos de cien años que una adolescente se casara con un hombre mayor, o el matrimonio entre parientes no tan cercanos, no era algo del todo mal visto ni penado por la ley, y que no es justo condenar a nadie por seguir las pautas y valores del lugar y la época en que le tocó vivir, por más descabelladas o incorrectas que nos parezcan hoy las cosas que hicieron.

        Con respecto a García Márquez, no acabo de entender cuál es el problema con apoyar y ayudar, incluso económicamente, a un familiar a llevar a cabo un proyecto, como hizo Mercedes Barcha Pardo mientras su esposo escribía Cien años de soledad. Sobre este punto una de las personas en cuyo muro vi el post me dijo que en realidad ella no conocía las historias de ningunos de estos escritores, pero que existen estudios que prueban que a la hora de sacrificarse son mayormente las mujeres quienes a la larga abandonan sus sueños para apoyar al resto de miembros de la familia. ¿Significa esto entonces que, por una cuestión de estadística, puede asegurarse que todos los hombres "usan" a sus mujeres para avanzar en la vida, aunque ellas se queden atrás? O sea, ¿que al afirmar que quien fuera la esposa de García Márquez por casi seis décadas lo mantuvo durante los dieciocho meses que a él le tomó escribir Cien años…, estamos diciendo irremediablemente que ella tuvo que abandonar todos sus sueños para esto y que él fue un abusador que se aprovechó de ella? Yo no sé si esto que voy a decir ahora pasó o no, pero estoy segura de que si alguien viniera con la información de que durante el resto de su matrimonio fue Gabriel quien mantuvo a Mercedes, más de uno estaría presto a acusarlo de machista por no dejarla trabajar en la calle. Y no es que yo sea muy inocente, muy idealista o que no tenga datos, es que hablar mal de un hombre del que no se sabe nada, solo porque es hombre también es discriminación de género.

         En cuanto a Nabokov, parece ser que ahora un hombre no puede escribir un libro cuyo tema sea la pedofilia. Y yo me pregunto, así como es defendible el derecho de J. K. Rowling a expresar su opinión, ¿no lo era también el de Vladimir Nabokov a escribir sobre lo que quisiera? Además, Lolita es una novela sobre un pedófilo, pero en ella no se defiende la pedofilia. Es más, si alguien a estas alturas tiene dudas acerca de por qué la pedofilia es un crimen pues que lea Lolita, que se le van a quitar. Pero el punto es ese, que hay que ir, sacar el tiempo, leerse la novela y prestarle atención. Porque Lolita, no es una crítica panfletaria de la pedofilia, al contrario, es un texto bien duro narrado desde el punto de vista del pedófilo, lo que la vuelve una novela muy incómoda de leer, pero fácil de criticar, según parece.

        Por supuesto, luego de mis comentarios se me acusó, además de no poseer los datos necesarios, que como ya hemos visto tampoco la persona que hizo el post los tenía, de “esa tendencia que tenemos las mujeres de salir a defender a los hombres”. No creo que defender a un hombre esté mal si considero que se comete con él una injusticia, ni tampoco es mi intención afirmar que los escritores mencionados en el post fueron unos santos; al final, nadie lo es. Con lo que no estoy de acuerdo es con intentar defender a una mujer a costa de denigrar a un conjunto de hombres cuyas historias ni siquiera se conocen. Y, por otra parte, considero crucial diferenciar entre actos criminales y controversias personales al discutir la vida de figuras públicas. Tampoco me gustan mucho las frases finales del post, en las que se comienza hablando en general de la misoginia y el patriarcado, para pasar después a acusaciones directas hacia los hombres mencionando incluso “su nivel de odio e imbecilidad que no ha llegado aún al límite”.

Machistas somos todos

      Quienes hemos crecido en una sociedad con valores patriarcales, a menudo, y sin darnos cuenta, perpetuamos esos mismos estereotipos de género que tanto criticamos. Yo he escuchado a mujeres muy empoderadas y feministas reprocharle a una madre el haberse ido de viaje con una amiga por tres días dejando a sus hijos al cuidado del padre –un adulto responsable que por demás es el otro tutor legal de los niños–; o decir cosas del tipo: “yo quiero que haya más mujeres en la ciencia, pero una mujer albañil, ya eso es demasiado, no hay que llegar a tanto”.

         Culpar exclusivamente a los hombres por la discriminación que sufrimos las mujeres no solo es injusto, sino que esconde la verdadera naturaleza del problema. Los roles de género constituyen un consenso social del que, estemos o no de acuerdo, todos nos apropiamos por observación, imitación y refuerzo positivo desde que somos niños. Aprendemos lo que es y no es una mujer porque también aprendemos lo que es y no es un hombre. A medida que crecemos, no solo descubrimos cómo se espera que nos comportemos según nuestro sexo biológico, sino que nos convertimos en reguladores, en parte del mecanismo que se debe encargar de que los demás también actúen como se espera de ellos.

        Cuando estudiaba en la primaria había en mi aula un niño que, por ciertos traumas familiares, lloraba cada vez que tenía una dificultad en la escuela; y eran los otros niños varones, no las hembras, quienes se reían de él porque “los hombres no lloran”. El pobre muchacho se pasaba la vida enredado a golpes con quienes se burlaban de él para defender su “hombría”. Por otra parte, estaba esta chica de mi clase que jugaba a la pelota mejor que todos los varones de la escuela; y éramos las niñas, y hasta las profesoras, quienes nos referíamos a ella como “marimacha” y la criticábamos por esto, mientras que los varones no solo se peleaban por tenerla en su equipo de pelota en las horas de recreo, sino que había varios haciendo fila para ver si podían ser noviecitos de ella.

        Por eso, en mi opinión, este feminismo que de una forma u otra presenta los conflictos de género como una especie de “guerra de los sexos” no es más que un machismo invertido, pues comparte con él dos de sus características esenciales. La primera es la presentación de los sexos como contrarios irreconciliables. Esta idea perpetúa el alejamiento espiritual entre hombres y mujeres, dificulta el diálogo y cierra las puertas a otras identidades de género. Porque sí, hombres y mujeres somos distintos, biológica y, en consecuencia, psíquica y emocionalmente, pero distintos no significa contrarios, ni complementarios. Tenemos una base común como seres humanos y, por tanto, la posibilidad de compartir no solo el mundo físico sino muchos espacios espirituales, intelectuales y emocionales. Intentar esta comunión va a ser siempre mejor que seguirnos apuntando con el dedo para ver quién es el sexo más malo.

        La segunda es la satanización de un sexo por el otro. Así como las mujeres fuimos durante mucho tiempo en el mundo occidental la puerta por excelencia hacia el pecado, pues ahora, bajo el ala de ciertos feminismos, se actúa como si los hombres fueran los culpables de todo lo malo que nos pasa a las mujeres.

       El resultado de esto es simple, por ahí empezamos, los hombres eludiendo al feminismo y las feministas presentes socialmente, pero al final aisladas. Esto lo he visto mucho en comunidades feministas a las que he sido cercana, donde destaca la ausencia total de hombres, por incapacidad o falta de interés de estas comunidades en atraerlos y por el recelo de ellos; pues aunque estén interesados en participar, muchos sienten que si se aproximan a estos grupos van a ser de alguna manera culpabilizados o acallados. ¿Y al final qué se logra con esto si no es mantener el statu quo?

        Entiendo lo agradable que es estar en una posición de superioridad moral, ser la agraviada que busca empoderarse, la víctima que reclama justicia y dejarse llevar por cualquier discurso que en apariencia enaltece a las mujeres, aunque sea disminuyendo a los hombres. Sin embargo, hoy en día no le vendría mal al feminismo un poco más de empatía, menos repetición de consignas y algo más de pensamiento crítico. Eso sí, sin minimizar los desafíos y barreras que enfrentan las mujeres a raíz de la discriminación de género, ni cerrar los ojos ante las situaciones de abuso que muchas viven.

PABLO NERUDA violó a una empleada doméstica, abandonó a su hija con una discapacidad y se le considera un 'célebre poeta chileno'.

MARIO VARGAS LLOSA se casó con su tía, luego comenzó una relación con su prima, quien por cierto tenía 15 años y él 25, y le dieron un premio Nobel.

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ pudo escribir su obra maestra gracias a que su esposa trabajó dentro y fuera de casa, llevó comida, le lavó, planchó y cocinó a veces sin recibir siquiera una palabra, mientras él escribía Cien años de soledad, y le han editado la obra a casi todos los idiomas.

JUAN JOSÉ ARREOLA abusó sexualmente de Elena Poniatowska, a él se le recuerda como un prodigio de las letras mexicanas, a ella le reprocharon que por qué hablaba hasta ahora de eso.

CHARLES BUKOWSKI era un maltratador alcohólico, y sus libros son editados por una de las editoriales más prestigiosas y caras en español.

OCTOVIO PAZ prefería que Elena Garro se quedara en casa como la esposa abnegada, y se le sigue leyendo en todos los niveles educativos.

VLADIMIR NABOKOV construyó su obra principal en torno a la pedofilia y el abuso, hoy se le sigue alabando.

🔴 J.K. ROWLING habla abiertamente de lo que es ser mujer (=hembra humana adulta) y la vetan, la insultan, la llaman perra, zorra, le desean la muerte, quitan sus libros de editoriales y librerías...

La misoginia y el patriarcado permanecen, a veces sólo mutan y se disfrazan de inclusión, lo importante sigue siendo desaparecer a las mujeres y que los hombres hablen y definan lo que son y esperan de las mujeres.

¿Pero se acaba bien fácil, no? "Al cabo ya dijo Ofelita (vaya persona erudita) que si las mujeres somos tan oprimidas mejor nos hagamos hombres." Su nivel de odio e imbecilidad no ha llegado aún al límite.

Vía: Naye Tello